LA NACION | 15 Sep 2024 | Texto Josefina Gil Moreira Ilustración Ariel Escalante
Genera preocupación la dependencia de las pantallas y las redes sociales; por depresión y ansiedad, los chicos presentan problemas para conciliar el sueño.
Este año, los padres de Juan, un adolescente de 14 años cuyo nombre fue modificado para preservar su identidad, notaron cambios en su actitud: dejó de mostrar interés por ir a reuniones sociales y a los entrenamientos de fútbol, perdió peso y, sobre todo, tenía problemas de sueño. Cuando llegaba la noche era el último de la familia en dormirse. Su velador permanecía encendido hasta tarde y por las mañanas no podía levantarse.
De acuerdo con distintos especialistas consultados por la nacion, el de Juan no es un caso aislado, sino que desde hace un tiempo se observa un aumento en los problemas de sueño de los adolescentes. Según los expertos, estos serían causados por diferentes motivos, entre ellos, por el uso excesivo de dispositivos electrónicos y por trastornos de salud mental.
“Efectivamente, en los últimos años hemos observado un aumento en las alteraciones del sueño entre los adolescentes”, argumentó a Fernando Burgos, miembro la nacion de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).
“Este incremento se debe a múltiples factores, como el uso excesivo de dispositivos electrónicos antes de dormir, que afecta la producción natural de melatonina, y el estrés relacionado con las exigencias académicas y sociales. Además, el cambio en los patrones de sueño durante la adolescencia, conocido como retraso en la fase del sueño, también contribuye a este fenómeno”, explicó Burgos.
Entre los problemas más comunes, Burgos enumeró: insomnio, dificultad para conciliar el sueño, despertares frecuentes durante la noche y somnolencia diurna. “Es un tema que está generando mucha preocupación en la comunidad médica”, dijo.
Para Alejandra Doretti, psiquiatra miembro del Departamento de Niños y Adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), es muy difícil identificar un único factor como causa de esta situación, pero mencionó que la pandemia de Covid-19 y la introducción de las pantallas produjeron un enorme trastorno en el sueño de los adolescentes.
“Hay una clara afectación del sueño en adolescentes. El primer factor es más banal y no es preocupante porque pasó siempre, es que el adolescente tiene alteraciones en los ritmos circadianos. Lo que sí nos preocupa es que hay más trastornos del sueño por las pantallas. La luz azul interfiere en la secreción de la melatonina, los chicos se quedan chateando, jugando, apostando y se afecta el sueño. También sucede que hay una epidemia de depresión y ansiedad, lo que es muy común que afecte al sueño porque todo conflicto que uno tiene durante la vida diurna va a ser un obstáculo a la hora de dormir. Y la última causa es pensar en si no hay consumo de sustancias”, analizó Doretti.
El rol de la pandemia
En línea con esto, Burgos amplió: “No cabe duda de que los estados de ansiedad, los trastornos de estrés emocional, el encierro de los adolescentes en la época del Covid y el estrés postraumático por la falta de trabajo y oportunidades para los jóvenes se manifiestan con alteraciones en el sueño, como insomnio”.
“A eso sumándole la hiperconectividad a plataformas, teléfonos, pantallas, que hace que se trastornen absolutamente sus ritmos circadianos y se generen estados de somnolencia constante”, argumentó.
Andrea Abadi, psiquiatra y directora del área infantojuventil de Ineco, también sostuvo que hoy observa muchas más dificultades en este tipo de alteraciones en los adolescentes, principalmente en la conciliación del sueño: “Los adolescentes se quedan largas horas prendidos a los celulares, tablets, computadoras, y eso es un estimulador para que permanezcan despiertos. Constantemente se está activando su interés por seguir conectados, lo que hace que se duerman muy tardíamente y después les cueste mucho levantarse. Más allá de que los adolescentes tienden a tener cierta dificultad para despabilarse por la mañana, encontramos que después fallan a nivel escolar o tienen problemas atencionales o de rendimiento porque están sumamente cansados. Otra cosa que vemos que sucede mucho son las ausencias recurrentes o llegadas tarde al colegio por quedarse dormidos”.
“Es que TikTok es muy adictivo. No es como Instagram, que en un momento se terminan las historias de tus amigos y ya está. TikTok no termina nunca”, ejemplificó Octavio, de 15 años. En su caso, como máximo se duerme a la una. Pero no todos son como él. Hay chicos que por la mañana se quedan dormidos y llegan tarde o directamente faltan a la escuela y durante la noche se mantienen despiertos durante horas.
Desde el sector educativo, Martín Zurita, vocero de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba), confirmó la tendencia: “En las aulas notamos la presencia de adolescentes que llegan mal dormidos, lo que afecta su rendimiento escolar. Aunque no contamos con estudios específicos, estimamos que alrededor de un 4% de los chicos de secundaria llega a clases con un déficit de sueño notorio”.
“En primaria –aclaró Zurita–, este fenómeno es menos evidente, pero sabemos que existe. Este problema parece haberse intensificado en los últimos años, en gran parte debido al uso excesivo de pantallas durante la noche, ya sea por redes sociales, videojuegos o, simplemente, la costumbre de estar conectados a cualquier hora. La cronobiología del adolescente, que naturalmente tiende a retrasar el sueño, se ve afectada aún más por estos hábitos”.
Melatonina y otras soluciones
Ante esta situación, algunas familias han adoptado por suministrar a sus hijos melatonina, un cronorregulador del patrón del sueño de venta libre, como solución al problema. “La melatonina se ha convertido en una opción comúnmente recetada para ayudar a regular el ciclo de sueño-vigilia, aunque su uso debe ser supervisado por un profesional de la salud para evitar efectos secundarios o dependencia”, advirtió Burgos.
Según Abadi, se puede usar melatonina y está indicada: “Es una excelente opción natural que hace que se vayan a dormir, que puedan hacerlo adecuadamente, no tengan despertares durante la noche y tengan un sueño más reparador”. Sin embargo, remarcó la importancia de tener en cuenta que si el chico no abandona la pantalla y no está dispuesto a dormir, la melatonina no va a ayudar.
“Este problema que se da hoy no es biológico, sino de la conducta hacia irse a dormir. Los chicos se quedan despiertos por voluntad, no porque tengan alguna dificultad que les impida conciliar el sueño. Es muy importante tenerlo en cuenta”, completó.
En cuanto a cifras que revelen el consumo en aumento, los profesionales coincidieron en que, al ser un fármaco de venta libre, es muy difícil medirlo. “Al ser de venta libre muchos acceden a la melatonina sin que sean vistos por médicos”, indicó.
Para Doretti, por el contrario, no es aconsejable que los adultos les den medicamentos para el insomnio o melatonina para mejorar el sueño a los adolescentes, como se está observando en estos últimos tiempos. “La posibilidad adictiva es alta, también su uso para otros fines, y si el origen del trastorno es la depresión, la ansiedad o una conducta adictiva, debe realizarse una consulta psicológica inmediatamente y abordarlo de manera integral”, dijo la experta, para quien lo recomendable es lo que se llama la “higiene de sueño”, que implica quitar sustancias estimulantes desde las 17, no hacer siestas y evaluar si la actividad física lo termina por excitar.
En cuanto a cómo abordar el tema en las aulas, Zurita señaló que la primera estrategia de la escuela es plantear el tema a la familia, ya que muchas veces se necesita un esfuerzo conjunto para establecer hábitos saludables de sueño. “Debemos como sociedad plantear pautas sanas de descanso, alimentación, hidratación y ejercicio físico. Solo con la escuela no es suficientemente”, concluyó.
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